“A mi no me gusta la magia.”
Pedro, ingeniero civil, 54 años.
El contexto
Qué difícil se vuelve el mundo para el artista que tiene que actuar para un público apático. Se me vienen a la cabeza dolorosos recuerdos de la guerra cuando pienso en las veces que me he tenido que enfrentar a personas que habían tenido un mal día, que estaban de mal humor, o que simplemente no eran demasiado agradables.
Es seguro decir que el arte no es para todos, que el individuo es siempre único y que no podemos agradar a todas las personas en todos los contextos. Cierta música me agrada más que cierta otra música, y quizá disfruto más un clásico literario profundo y sofisticado que una novela ligera para pasar una tarde tranquila. Nada de lo anterior constituye un juicio de valor: lo que nos gusta y nos disgusta es, hasta cierto punto, arbitrario.
No podemos decidir lo que nos gusta y lo que nos disgusta, las cosas solo se presentan frente a nosotros con un aire particular que percibimos como agradable o desagradable, de la misma forma en que no decidimos de quién enamorarnos, o quién nos cae mal.
Lo mismo ocurre con la magia, pero es seguro decir que la magia tiene una fama particular que la hace susceptible a espectadores confrontacionales. En ocasiones, aceptar ver un espectáculo de magia con el objetivo de destruirlo, o incluso peor, vencer al mago, es solo una receta para una amarga ecuación que terminará con alguien frustrado, sea el público, o el mago.
Como artistas, no podemos cambiar la percepción y actitud a priori que tenga el espectador sobre nuestro trabajo. Quizá estemos frente a alguien que ha tenido una experiencia mala con la magia, o quizá no nos encontró agradables, o quizá dijimos o hicimos algo que pudo ser percibido de esa forma. Lo que sí podemos hacer, sin embargo, es trabajar para convertir esa percepción negativa en una positiva.
Aspectos fundamentales
Existen diversas estrategias que podemos utilizar para convertir a un espectador apático, en un espectador feliz, pero primero es necesario aclarar ciertas cosas:
Consentimiento
-No es correcto hacer magia a una persona o grupo de personas que no quiera ver magia. Hay que saber entender que no todos los momentos son propicios para algo así, y que el mundo está en su derecho de decidir no querer tener a un mago en algún momento dado de su vida, bajo ninguna circunstancia hay que imponernos sobre una decisión honesta entre el grupo al que abordas.
Leer al grupo
-Existen situaciones donde habrá una opinión dividida en el grupo, es decir, algunos querrán ver magia y estarán emocionados, mientras que otras personas no estarán tan entusiasmadas de ver lo que tienes para ofrecer, sea esto por cualquier razón. En estos casos hay que “leer” al grupo. A veces, una persona hablará por todos, incluso cuando sea minoría, y podrá decidir si puedes o no proceder. En otras ocasiones puede que se realice una especie de votación o diálogo para decidir en conjunto, y se tome alguna decisión. La decisión, en cualquier caso, dependerá de cómo sean tus líneas de entrada, de cómo sea tu aspecto y de cuáles sean las expectativas y prejuicios de tu público.
Involucrarlos a todos
-Con respecto al punto anterior, también puede suceder, por ejemplo, en el contexto de una mesa o de un espectáculo, que los adultos de un grupo te dejen haciendo magia a los niños, y se retiren o te ignoren (También puede pasar que un grupo dentro del grupo te vea, y otro te ignore, aunque sea todos adultos). Esto, en sí mismo, no es algo malo, más bien es signo de un pensamiento que encasilla a los magos como entretenedores de niños, en estos casos, queda a juicio propio realizar material para intentar cautivar la atención de todo el grupo, y no solo la de los niños. Mi recomendación personal en este caso es siempre intentar que los adultos se involucren en la rutina, sea a través de los niños o a través de otras estrategias.
Las soluciones
Con estos puntos aclarados, aquí van unas cuantas soluciones:
El ensayo por sobre todas las cosas
Un material dominado e integrado es lo primero que necesitamos para convertir una actitud negativa en una positiva. Independiente de la percepción subjetiva que pueda tener un espectador sobre la magia, una rutina pulida y trabajada brilla por la atención al detalle, y ciertos criterios objetivos hacen que las personas piensen “Quizá he juzgado mal” y reconsideren darte su atención.
Asegúrate de tener un guión trabajado, sin rellenos y sin muletillas. Asegúrate de conocer bien la coreografía de movimientos y técnicas que debes ejecutar, para que no trastabilles y para que la ejecución sea dirigida por tí, y no al contrario
Honestidad en tus palabras
Mentir o torcer la verdad para agradar al público puede tener beneficios a corto plazo, sin embargo, si tu objetivo es tener una relación a largo plazo con tus clientes o potenciales clientes, mentir o exagerar la verdad puede jugarte más en contra de lo que piensas. La mentira tiene patas cortas, sé cuidadoso con las palabras que eliges, tanto en tus rutinas como fuera de ellas. Mantente íntegro con respecto a tus valores e ideas, y procura no alejarte de tí mismo para agradar o gustar a alguien en particular.
Dicho esto, también es importante recordar que “La verdad” utilizada como arma pierde su sentido práctico, ser honesto no significa ser innecesariamente confrontacional, pesado o duro. Es una cualidad propia de las personas sabias el saber reservarse. Si eres bueno entregando la verdad, puedes conseguir que las personas los disfruten, en el humor se esconde verdad, por eso las personas lo disfrutan, tiene un valor, te dice algo que merece ser escuchado, pero cubierto de gracia. No es fácil entregar la amarga verdad, requiere mucha sabiduría y cuidado.
Escucha y observa atentamente
El lenguaje verbal y no verbal de tus espectadores es crucial, puede entregar pistas o sugerencias de lo que está sucediendo en su cabeza con respecto al juego de magia o con respecto a tí. Lo que digo puede parecer obvio, pero en ocasiones es fácil perderse en la interpretación de un juego de magia, actuar de manera automática, como un robot. Cuando actuamos como robots, solemos perder la noción del aquí y el ahora, y solemos perdernos de lo que está comunicando nuestro espectador.
Aprender a integrar los juegos de magia para poder dirigir nuestra consciencia a lo que está sucediendo aquí y ahora es crucial para poder entablar una comunicación significativa con el espectador.
La comunicación significativa, el diálogo real que se crea entre el artista y el público es el único medio a través del cual podemos comunicar algo, incluso el efecto mágico en sí mismo. Nuestro deber artístico es en parte cuidar ese diálogo para que sea propicio y armónico, para que el público y el artista puedan, ambos, llevarse algo de valor de la interacción.
¿Cuáles crees que son los problemas más frecuentes a los que nos enfrentamos los magos cuando se trata de nuestro público?
¿Tienes alguna pregunta que quisieras que intentase responder? ¡Házmelo saber!
Gracias por llegar hasta acá
Marcus Magus