De entre todos los consejos que podría pensar para mí en el pasado, hay uno que creo es el mejor. Escribir tu guión.
Hay tremendas ventajas relacionadas a plasmar tu discurso de forma clara y entendible, sea en papel o de forma digital, para poder leerlo tal cual saldrá de tu boca. Tiene muchas utilidades.
Entre las ventajas podemos encontrar:
Cultiva la disciplina
Es trabajoso y difícil escribir un guión y ceñirse a él. Mucho más sencillo es dejarse llevar y “fluir” en los juegos de magia. Escribir tu libreto y serle fiel cultiva tu capacidad para convertirte en tu propio director y tener más impacto consciente sobre el contenido de tu obra.
Te pone en perspectiva
Plasmar tu trabajo de forma clara y fiel te permite verlo de muchas nuevas formas. Las nuevas perspectivas te permiten hacer uso de más recursos, de construir a lo largo de toda la extensión de tiempo que posees, y de coordinar recursos dramáticos para que interactúen como una totalidad, en lugar de solo una seguidilla de pasos. En pocas palabras, la perspectiva te da acceso a mayores grados de sofisticación.
Permite un análisis más profundo
La segunda y tercera lectura de un guión te dejan depurar tu trabajo de palabras innecesarias. Y te permiten construir de forma más consciente y organizada. Cada segundo de nuestra actuación es preciado e importante, y debemos ser sabios al momento de elegir las cosas que decimos, y las que dejamos de decir.
Puedes jugar con las palabras de muchas formas que te favorezcan. Puedes sugerir cosas con lo que planteas en tu guión, puedes utilizar metáforas y hacer referencias. Quizá, al ver tu guión escrito, identifiques un lugar donde convenga utilizar algo que ya has planteado en otro lugar del libreto. Crear tus propios cimientos y construir sobre ellos.
Las claves para un guión efectivo tienen que ver con qué tan claros y precisos son a la hora de comunicar lo esencial y fundamental.
El público debe ser capaz de entender la obra. Tener un público que está en el aquí y en el ahora de la obra depende en gran medida de cómo tu trabajo se manifieste frente a él. Gran parte de la experiencia que el público tiene de tu trabajo viene a través del contenido de tu discurso, el resto está conformado por lo que haces, el contexto y por los prejuicios y filtros propios del espectador.
Puedes trabajar aquello que dices de modo de que consigas decir las cosas de forma clara e interesante. Un gran consejo que escuché de mi amigo y gran mago Emilh es pensar o anotar lo que vas a decir, y luego preguntarte “¿Cómo puedo decir lo mismo, pero de forma más interesante?” para empezar a moverte en una dirección.
¿Cómo empiezo a trabajar mi guión si nunca lo he hecho?
En mi experiencia, lo que yo más recomiendo es partir desde lo que ya está ahí. Creo que es un error común el intentar empezar a escribir nuestros guiones teniendo pretensiones demasiado sofisticadas. Escribir un guión también es una habilidad que se entrena, no podemos esperar que nuestro primer guión vaya a ser demasiado bueno.
Si somos magos que ya tenemos juegos de magia que realizamos de manera regular, una forma sencilla de empezar a trabajar tu guión es anotar las palabras que utilizas al momento de hacer el juego de magia tal cual las utilizas.
Trata de ser fiel y honesto a tu verdadera forma de presentar el juego, y una vez hayas anotado las palabras, pásalo a otra hoja pero esta vez involucrando las acciones que vas tomando.
El final de este proceso será, en esencia, un guión que detalla el texto y la coreografía de tu trabajo. Desde este punto puedes empezar a depurar para moverte más cerca de tus objetivos artísticos particulares.
Las primeras lecturas a los guiones formados a partir de este proceso no suelen ser muy agradables. Podemos encontrar rápidamente que caemos en errores comunes, que somos redundantes o que recalcamos cosas que quedan claras de manera inmediata, sin necesidad de mencionarlas.
Lo primero que debemos hacer es eliminar todo aquello que no contribuya o que no tenga una función justificable. Este primer filtro nos deja con nada más que lo esencial, y a partir de lo esencial podemos empezar a construir algo más robusto.
El guión te permite evaluar e implementar recursos escénicos y dramáticos: dar información que no tiene sentido en el momento, pero que cobra significado más adelante; llevar a tus espectadores por un camino para darles un giro inesperado; la forma en la que entras y sales del escenario; las transiciones entre cada uno de los juegos; la coherencia interna del espectáculo; la consistencia interna que existe entre las cosas que vas diciendo.
Es fácil ver que el nivel de detalle y minuciosidad que puede adquirirse una vez empezamos a trabajar el guión de esta manera es mucho más alto.
Contemplar las áreas de nuestra disciplina con la misma meticulosidad con la que perfeccionamos el guión facilitará nuestro éxito como artistas. Pensar respecto a nuestro contenido y buscar constantemente mejorarlo es una habilidad que se puede generalizar a otras áreas de nuestra vida.
Trabaja tu guión, trabaja tu magia.
Como diría Ken Weber: raise your level.